Por Aline Expedita

“Amores Perros” cuenta con una excelente dirección, buenos actores y en perfecta sintonía. Las escenas son muy rápidas y con mucho ritmo. Es una historia emocionante, donde el perdón, la redención y el amor caminan juntos.

 

“Amores Perros” es el primer largometraje del director Alejandro González Iñárritu, hasta entonces desconocido por el público, y también, la primera obra de Guillermo Arriaga. Juntos, lograron abordar una deliciosa trama, instigadora e intrigante, que les llevó a producir más dos secuencias de la película: “21 gramos” (2003) y “Babel” (2006) (ésta última, tiendo Gael García Bernal como actor), obteniendo así, una trilogía.

A diferencia de “Babel”, en la cual los acontecimientos no parten de un hecho común que involucra la vida de los personajes, “Amores Perros” se centra en un accidente de automóvil que conecta la historia de personas que no se conocen entre sí y que pertenecen a distintos niveles sociales: Octavio (Gael), un joven enamorado de su cuñada Susana (Vanessa Bauche), que, para ganar dinero suficiente para escapar con su amada, entra en peleas de perros; Daniel (Álvaro Guerrero), que abandona a su esposa y sus dos hijos para vivir con la modelo Valeria (Goya Toledo); y Chivo (Emilio Echevarría), un limosnero y asesino a sueldo que sueña en reencontrarse con su hija abandonada por él cuando niña. Lo que los tres protagonistas tienen en común, además del amor que los lleva hacia la tragedia, son los perros, sus fieles compañeros desde el principio hasta el final de la película, lo que demuestra que los verdaderos animales son los propios seres humanos.

215 minutos de película puede parecer de antemano algo agotador y la forma no lineal y fragmentada pueden fortalecer este sentimiento, pero Iñárritu no deja caer el guión en momento alguno, montando estratégicamente el pasado, presente y futuro de todas esas vidas paralelas, lo que hace con que la película sea comparada a “Pulp Fiction” (1994), de Quentin Tarantino. La obra mantiene la atención y excita al espectador en cada escena, gracias a los secretos, la violencia y la tensión que se respira en las historias de amor que traen más sufrimiento que felicidad. El impacto de la película se ve reforzado y más interesante en virtud de las acciones que forman el drama de cada uno de los personajes. Gael García Bernal, que hasta ahora era desconocido, Emilio Echevarría y Goya Toledo se destacan en sus actuaciones, pues sumergen brillantemente en sus respectivos personajes y dan a ellos veracidad y credibilidad. La película también cuenta con una gran banda sonora, compuesta por Gustavo Santaolalla, que señala los momentos de tensión y subraya lo cuanto algunas situaciones son desesperadoras, y en ninguno momento la banda se hace inconveniente. Otro punto positivo es la posición de la cámara en las escenas de peleas de perros: la impresión es de total realidad, ablandando los más duros corazones.

Una película violenta, que no oculta la sangre, los gritos, el dolor y el desespero, y sin embargo, aún es un placer para los ojos.

La frase de la dedicatoria final «Porque también somos lo que hemos perdido», resume y refuerza la idea de Iñárritu. “Amores Perros” es un gran éxito del director mexicano que honra el amor y los conflictos que todos conocemos muy bien.

 

Amores-Brutos